Viola Smith tuvo siempre algo de revolucionaria. Tocó la batería cuando ninguna mujer se ponía al frente de este instrumento y, más bien, solían hacer el papel de cantantes de los grupos. Y no solo eso: aporreó las baquetas pasado el siglo de vida, cuando cualquier persona estaría, ya no solo jubilada, sino en reposo absoluto. Era una pionera, pero también una incombustible.
Esta mujer de mirada entrañable y sonrisa espontánea falleció el pasado 21 de octubre. Su muerte pasó algo desapercibida entre tanta noticia pandémica. También por no haber trascendido su trabajo más allá de los círculos melómanos. Se fue con 107 años, una edad que la convierten en la baterista más longeva de la historia. Un prodigio de la naturaleza.
Nacida el 29 de noviembre de 1912 en la pequeña localidad de Mount Calvary en Wisconsin, Smith era hija de diez hermanos, todos dedicados como ella al arte. Su padre se encargó de orientarlos en el mundo del espectáculo hasta el punto de reunir a ella y otras cinco de sus hermanas formaron parte de una banda familiar llamada Smith Sisters Orchestra. Desde finales de los años 20 hasta finales de los 30, en plena época del swing, tocaron por el país y acudieron a programas de radio. Una oportunidad que sirvió para destapar el talento de Viola a la batería.
Fue el comienzo de un gran relato: una mujer, enérgica y con calidad, aporreando la batería, un instrumento en el que destacaban los hombres, con estrellas como Chick Webb y Kenny Clarke. Parte de eso hizo que Viola escribiese a principio de los años 40 un artículo en la prestigiosa revista de jazz, Down Beat, en el que defendía que las mujeres podían tocar igual o mejor que los hombres. Su título lo decía todo: “¡Dale un respiro a las chicas músicas!”. Ella era un vivo ejemplo. Además, era una artista que innovaba. Gracias a estudiar en Nueva York junto al innovador Billy Gladstone, Smith desarrolló la técnica del tom-tom, que consiste en elevar las baquetas hasta la altura de los hombros. Le dio un carácter único durante muchísimos años.
The Coquettes fue la agrupación musical con la que más éxito cosechó antes del estallido de la guerra contra los nazis, formada junto a su hermana Mildred, quien ejercía de saxofonista. Después de mudarse a Nueva York, creó otra girl bandllamada Hour of Charm Orquestra. Su gran habilidad con las baquetas le llevó a actuar para el presidente estadounidense Harry Truman en 1949. También estuvo en Broadway, donde fue una de las estrellas dentro de la producción del célebre espectáculo Cabaret. En el siglo XXI, estuvo en activo a pleno rendimiento en la banda Forever Young Band: America’s Oldest Act of Professional Entertainers (algo así como “La banda eternamente joven: el más viejo espectáculo americano de artistas”).
Viola abrió la senda y muchas mujeres han seguido su camino. Grandes bateristas, fuera de la escena jazz, como Georgia Hubley de Yo La Tengo, Meg White de The White Stripes o Sandy West de The Runaways. Incluso en España está Julia Martín-Maestro de la banda de Rufus T. Fireplay. Pero antes estuvo, desde tiempos casi inmemoriales, Viola Smith, una mujer revolucionaria, una baterista eterna.
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